5 de noviembre de 2010

Journée des icônes: Diana Vreeland

Quiero que lean sobre una de mis máximas referentes, no tiene que ver con su belleza o glamour, sí con su empuje y energía. Diana nació en Paris en 1906. Su carrera comenzó tarde. La editora en jefe de Harper's Bazaar, Carmel Snow, fue a una fiesta y la vió, una chica de 30 años con un vestido Chanel y flores en el pelo bailando entre la multitud. Le ofreció un empleo  como columnista: “Why don’t you…?” manifestándose entre el esnobismo, la ironía, la genialidad y lo absurdo. “Por qué no pintas un mapa del mundo en la habitación de tus hijos para que no crezcan con un punto de vista provinciano? ¿Por qué no convierte a su hija en una infanta para una fiesta de disfraces?” eran algunas de sus sugerencias para las amas de casa comunes y corrientes.  Comenzó a crecer sin parar, cubrió el puesto de editora durante 25 años, pero viendo amenazado su lugar, Snow le cortó las alas hasta que Vreeland consiguió terreno en Vogue.


Famosa por sus excesos y su fuerte temperamento. Llena de pasión, amaba el color rojo, el cual mostraba siempre en su boca, sus manos y ni hablar en la decoración.


Creó las bases de un tipo de belleza más libre y descubrió íconos como Twiggy y Richard Avedon. Reinventó e impuso la moda, volviéndola un objeto de deseo ineludible. Implantó las necesidades: "Debemos darle al público lo que nunca creyeron que querían".


Sus producciones de fotos fueron en lugares inexplorables del planeta y con un discurso de género fuerte, destacando a la mujer que trabajaba. La modernidad le resultaba fascinante, los sesenta fueron su década preferida, apoyando los nuevos valores, la libertad sexual y la independencia.



Pero no todo era feliz, su gente tenía que correr detrás de sus exigencias, porque todo tenía que ser perfecto. Pedía a sus empleados que vistieran bijou ruidosa para poder escucharlos cuando se aproximaban.


Sus excentricidades reflejaban un peligro para los empresarios editoriales, entonces en 1973 fue despedida. Inmediatamente se convirtió en asesora del "Costume Institute of The Metropolitan Museum Of Art" en Nueva York, llevándolo a lo más alto.


Dueña de frases como “el bikini fue lo más importante que pasó en el mundo desde la bomba atómica” o “No hay nada peor en la vida que ser igual a lo que la sociedad te exige” (si quieren pueden leer el blog de una amiga que referencia esta gran verdad).
Esta mujer fue sin dudas una estimuladora de imaginaciones ajenas, formada bajo la idea de que “uno puede tener fantasía incluso cuando no se tiene nada más”. Casi todos los “inventos” de la moda que encontramos hoy en el mundo editorial tienen algo que ver con el ingenio de Diana Vreeland.

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